(Escribí esta reseña hace bastante tiempo ya. Finalmente apareció el mes pasado en la revista Letra de Cambio.)
Carlos Yushimito. Las islas. Lima, SIC libros, 2006, 159pp.
En los últimos años, la constante aparición de narradores jóvenes en la escena literaria local se ha convertido en un fenómeno a todas luces interesante. El abanico de libros publicados ofrece una variedad temática y estilística novedosa que merece atención. Pero ciertamente no todas son óperas primas escritas con verdadera conciencia artística y talento a considerar. Algunos libros de cuentos o novelas, a pesar de que como conjunto quizá muestren falencias e imperfecciones, sí consiguen sorprender al lector gracias a la fuerza de narraciones en las que, aunque todavía en gestación, palpita un mundo personal.
Las islas de Carlos Yushimito se inscribe en ese grupo. Se trata de un conjunto de cuentos que tiene como marco geográfico a Brasil, específicamente las favelas y la zona desértica. El autor se sirve de una serie de procedimientos y estrategias discursivas (datos escamoteados, saltos en el tiempo, múltiples perspectivas, interrupción de la narración lineal, etc.) directamente heredados del Boom Latinoamericano y concretamente de Mario Vargas Llosa, de quien tiene además su novela La guerra del fin del mundo como referencia importante en la construcción del libro. Pero además de la técnica vargasllosiana resuena el magisterio de otros autores latinoamericanos: la densidad de la prosa de Guimarães Rosa; el submundo marginal de mafiosos, matones y prostitutas de Rubem Fonseca; y el lenguaje metafórico y de aliento poético de García Márquez en el diseño de un territorio personal que, lejos de ser simplemente parte del decorado, cobra vida ante los ojos del lector. Con la influencia visible de estos autores y del cine —apreciable sobre todo en la construcción de escenas y en el manejo de los encuadres—, Yushimito consigue hacer creíble un territorio donde el poder se expresa únicamente a través de la violencia; un territorio que funciona como un sórdido marco para la inclusión de personajes violentos cuya miseria y sujeción al poderoso no los libra en el fondo de una actitud épica frente al desencanto de la vida.
En una visión de conjunto, más allá de la locación brasileña, la relación entre Las islas y La guerra del fin del mundo se encuentra sobre todo en la épica urbana en escenarios marginales (“Bossa Nova para Chico Pires Duarte”, “Tatuado”) y en la tensión entre lo social y lo íntimo de las relaciones humanas (“Tinta de pulpo”, “Seltz”). Yushimito suele insertar a los protagonistas de Las islas en el proceso de una experiencia reveladora, en la que no suelen racionalizar los problemas por los que atraviesan, sino que se oponen o se dejan llevar por ellos siguiendo siempre su instinto, su propia percepción inmediata del conflicto. Porque en estos personajes —que suelen ser marginales de todo tipo— se puede adivinar, a partir de sus diálogos y sus acciones, una búsqueda de sentido para sus vidas (y en otros casos peores, solo un anhelo de supervivencia). Justamente por ello la mayoría se somete dócilmente a Pinheiro, hombre poderoso y líder social al que se relaciona con lo divino-superior que garantiza un orden. Es el poder como promesa implícita de vida posible. En esa línea, se puede establecer un vínculo entre estos personajes y los fanáticos seguidores de Antonio Conselheiro, aquel predicador religioso vargasllosiano del poblado de Canudos.
En estos cuentos de intrigas y revelaciones sobresalen “La isla” y “Seltz”, dos relatos temáticamente diferentes pero parejamente logrados en los que el autor alcanza su mejor nivel. Con respecto al manejo del lenguaje, a lo largo de los cuentos éste suele ser eficaz: salvo en “El mago”, el alucinante relato que cierra el libro, esa ‘falta de correspondencia’ entre el ritmo cadencioso, a veces poético, de la prosa y las anécdotas duras de personajes en contacto directo con la muerte es la que consigue un efecto perturbador en el lector. Los textos evidencian en general un arduo trabajo lingüístico que casi siempre funciona, aunque se advierta por momentos una prosa excesivamente recargada y gratuitamente enrevesada.
El Brasil de Yushimito no pretende ser referencial en un sentido realista. Es un Brasil personal. Se trata, como ha confesado el mismo autor, de un país inventado y modulado a partir de la música y de sus lecturas literarias: las regiones áridas y las zonas marginales en las que se ambientan, respectivamente, las narraciones Joao Guimarães Rosa y Rubem Fonseca. Por eso mismo, refiere un Brasil que puede ser. El territorio brasileño de Las islas es, así, una ficción a partir de la ficción. Pero este desplazamiento no es nada gratuito: el autor no pretende evadir la realidad nacional, sino que intenta hablar (también) de ella desde el extrañamiento de los referentes, desde un escenario que, por medio de la máscara brasileña, haga más verosímil lo narrado. En efecto, aquí lo brasileño funciona como una careta que, al tornar extraña la atmósfera de los cuentos, potencia las posibilidades de lectura. De ese modo, el territorio marginal y lumpenizado de las favelas brasileñas del libro puede ser (por ejemplo) leído perfectamente como un microcosmos latinoamericano.
Siguiendo esa probable filiación, finalmente quiero referirme a uno de los cuentos más importantes del libro, “Bossa Nova para Chico Pires Duarte”. Visto como parricidio, el asesinato del poderoso Pinheiro bien puede funcionar como punto de partida para una lectura política del libro, vinculada con los gobiernos tiránicos y dictatoriales del Perú y del continente. Porque la breve saga de Pinheiro y sus matones es la crónica atomizada del padre dominador que, durante mucho tiempo, disfruta enfermizamente de su poder y manipula a los suyos de acuerdo a sus propios intereses, hasta que se consigue su caída. El libro muestra episódicamente esos dos movimientos: el esplendor del poder y la rebelión contra el poder. En relación con ello, resulta significativo que al final la acción sea evocada y transmitida por un representante del pueblo: de esa forma el hecho alcanzará rango de mito y estará destinada a permanecer en la memoria colectiva de la comunidad como un punto de inflexión en la Historia.