31.10.07

Robotech


De chico veía todas las tardes Robotech, aquel ensamble de tres series en una donde destacaba Macross, en la inmensa tele b/n de la sala. Y en esas épocas —recuerdo ahora— intuía que el mundo se dividía entre quienes les gustaba Lisa Hayes y quienes les gustaba Lynn Minmei. Quizá en el fondo aún sea válida esa división…

En fin. Me enteré de esto hace unas semanas: Robotech al cine. El proyecto, con actores de carne y hueso, ya está en marcha y tal parece que únicamente se basará en Macross. Me tapo los ojos con las manos pero miro por los resquicios. ¿Qué harán los guionistas, me pregunto, con el concepto de protocultura?, ¿podrán resumir hábilmente los dos conflictos centrales?, ¿y resaltarán la tensión entre ambos? Demasiado ingenuo.

Demasiado ingenuo porque Macross es una serie que puede ser leída de muchas formas: como la crónica de una guerra espacial donde ningún arma ni estrategia convencional es suficiente para destruir al otro. Pero también como una emotiva historia de amor con paisaje bélico de fondo. O también como una metáfora de los sucesivos dilemas que cualquier ser humano debe enfrentar a lo largo de la vida. O como una constatación de que, en el absurdo de la comedia humana, el antídoto puede ser más letal que el veneno. Y bien podría soportar otras lecturas. Por ello mismo, por las múltiples posibilidades de la trama, es probable que los guionistas apuesten sobre seguro: un argumento lo más plano posible como pretexto para las acrobacias de los varitechs / battloids, para el generoso —pero repetitivo, pero vacío— despliegue de efectos especiales en pantalla gigante. Ojalá me equivoque.
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